Fiesta de la Hispanidad

Descripción de la publicación.

5/5/20255 min read

Celebrando la Hispanidad: El CCEE en el Desfile Multicultural en Leganés

La participación del CCEE: Un puente cultural en movimiento

Para el Comité Cívico de Ecuatorianos en España (CCEE), esta invitación no fue simplemente una aparición en un desfile, sino una oportunidad para reafirmar nuestro papel como puente vivo entre dos mundos: el Ecuador que nos vio nacer y la España que nos acoge.

Conscientes de la fuerza que tiene la cultura para unir, convocamos a siete agrupaciones de danza ecuatoriana —cada una con su propio repertorio, identidad y origen regional— para representar la diversidad de nuestro país en una sola voz colectiva. Desde los Andes hasta la Costa, pasando por la Amazonía, nuestros trajes típicos hablaron por nosotros: colores, texturas, bordados, máscaras y tocados que narraban historias ancestrales con cada paso.

El desfile fue encabezado por miembros del Comité y engalanado con la impactante presencia del Diablo Huma, figura ancestral de la cosmovisión kichwa. Su energía y simbolismo captaron la atención de todos los asistentes, convirtiéndose en uno de los momentos más fotografiados y celebrados del evento. El Diablo Huma no solo representa la dualidad del bien y del mal, sino también la resistencia y el orgullo de nuestros pueblos originarios, lo que hizo aún más significativo su recorrido por las calles de Leganés.

La música del folclore andino resonó con fuerza, envolviendo al público en un ambiente de fiesta y emoción. Se bailaron sanjuanitos, albazos, pasacalles y danzas típicas de diversas provincias ecuatorianas. El público aplaudía, grababa, sonreía, se acercaba a preguntar… y ahí estaba la magia: la cultura como lenguaje común que une a quienes migraron con quienes nos reciben.

Para nosotros como CCEE, cada paso de ese desfile fue un acto de reivindicación cultural, de orgullo migrante y de integración. No fuimos solo espectadores: fuimos protagonistas de una jornada que evidenció que la cultura ecuatoriana no es algo que se deja atrás al cruzar fronteras, sino algo que llevamos en el alma y que sigue viva gracias a quienes la cultivamos y compartimos.

Nuestra participación fue también una declaración de principios: la diáspora ecuatoriana está presente, activa, organizada y orgullosa. Seguimos construyendo comunidad, tejemos redes y caminamos con la certeza de que nuestras raíces no se pierden, sino que se multiplican en cada nuevo territorio donde florecen.

Una experiencia de unidad y orgullo cultural

El desfile por el Día de la Hispanidad en Leganés fue mucho más que una jornada festiva: fue una manifestación palpable de lo que significa estar juntos, reconocernos en nuestras raíces y celebrarlas colectivamente. Para quienes formamos parte del CCEE, esta experiencia nos recordó que la verdadera riqueza de la migración está en su capacidad de construir puentes, no muros. Ver a tantas agrupaciones ecuatorianas, provenientes de distintas provincias y trayectorias, caminar hombro a hombro por las calles de Leganés, fue un acto de unión que trasciende lo simbólico: fue comunidad en acción.

Los trajes típicos, los ritmos andinos, las banderas ondeando con orgullo, y la presencia intergeneracional de quienes desfilaron —niños, jóvenes y adultos— evidencian que la identidad no se pierde, se transforma y se fortalece cuando se vive en colectivo. Cada paso de baile, cada sonrisa, cada mirada compartida con el público, fue una afirmación de pertenencia y resistencia cultural.Además, esta participación permitió a muchos ecuatorianos reencontrarse con su país, aunque sea por unos minutos, y a muchas personas de otras nacionalidades descubrir aspectos de nuestra cultura que quizás desconocían. En ese cruce de miradas y aplausos nació un diálogo silencioso pero poderoso: el reconocimiento del otro como parte de una historia común.

Este desfile también fue una muestra de que la migración ecuatoriana no es solo una estadística: es cultura, es arte, es memoria viva. Y cuando se le da espacio, responde con fuerza, con dignidad y con belleza. Desde el CCEE, esta experiencia refuerza nuestra convicción: seguir organizándonos, visibilizando nuestras expresiones y promoviendo la unidad como base de toda transformación social. Porque cuando caminamos juntos, somos mucho más que migrantes: somos embajadores de un legado que merece ser contado, bailado y celebrado.

Cada 12 de octubre, las calles de muchas ciudades se llenan de banderas, bailes, música y símbolos que evocan una historia compartida entre pueblos hispanohablantes. Pero hoy, más que nunca, el Día de la Hispanidad se abre paso como una fecha de reencuentro, de afirmación cultural y de diálogo entre identidades vivas, más allá de los relatos oficiales del pasado.

Durante mucho tiempo, el 12 de octubre fue narrado únicamente como el “descubrimiento de América”, centrando su significado en la llegada de los europeos al continente americano. Sin embargo, las nuevas generaciones —y especialmente las comunidades migrantes— han comenzado a resignificar este día: no como una celebración de la colonización, sino como una afirmación de todo lo que se ha tejido desde entonces —con dolor, sí, pero también con creatividad, resistencia y transformación.

Hoy, el Día de la Hispanidad es una oportunidad para reivindicar una comunidad transnacional que no se define por el pasado, sino por lo que construye en el presente. Una comunidad que se reconoce en la riqueza de sus acentos, en la diversidad de sus rostros, en la fuerza de sus tradiciones y en la capacidad de mantener viva una identidad que no se impone, sino que se comparte.

Desde esta nueva mirada, la hispanidad no es un concepto uniforme ni cerrado. Es una constelación de culturas, historias y expresiones que conviven, se entrelazan y se enriquecen mutuamente. Es el pasillo que baila una comunidad ecuatoriana en las calles de Madrid. Es el español con giros caribeños que suena en los parques de Barcelona. Es el bordado andino en un desfile multicultural. Es la abuela que transmite recetas, la madre que canta coplas al dormir, el niño que crece en una lengua compartida con miles de matices.

En este sentido, celebrar el 12 de octubre es celebrar las raíces que florecen lejos de casa, la memoria que se transforma en comunidad y la cultura que se reinventa sin perderse. Es visibilizar la presencia de quienes, desde la migración, tejen puentes entre territorios y hacen que la distancia no sea olvido, sino oportunidad de encuentro.

Por eso, desde espacios como el Comité Cívico de Ecuatorianos en España (CCEE), elegimos vivir este día no como una mirada nostálgica al pasado, sino como una afirmación del presente: una celebración del orgullo migrante, de la herencia cultural que nos habita y de la esperanza que nos mueve a seguir construyendo comunidad allá donde estemos.